El título de la crítica casi que habla por sí sólo, pero no sería justa conmigo misma si os dijera que con leer eso sobra y no hace falta más. Lo que sí tengo que dar es un aviso a navegantes: las expectativas ante la película aconsejo que sean medias tirando a bajas, así nos vamos a evitar alguna posible decepción. Ya no porque la película sea ni mejor ni peor, sino porque repite esquemas que ya hemos visto en El diablo viste de Prada o Amor ciego. Así pues vamos con la sinopsis:
Renee es una chica normal que no se siente a gusto con su cuerpo ni consigo misma, y día tras día se enfrenta a una serie de inseguridades que no la dejan avanzar. Ella siempre ha tenido un único “sueño”: ser una chica guapa y atractiva, lo que se traduce a que su cuerpo pertenezca al canon de belleza impuesto en la actualidad. Y a veces nuestros sueños se cumplen, aunque quizás no de la forma que esperamos. Una mañana en el gimnasio, Renee se lleva un fuerte golpe en la cabeza y cuando se recupera de repente no se reconoce, ella en realidad sigue siendo la misma persona, pero para sus ojos se ha transformado en la bellísima mujer que siempre ha querido ser. Pero Renee descubrirá que todo deseo que se hace realidad tiene sus partes negativas.
El humor de Amy Schumer
Ante una historia que, como bien podéis apreciar todos, tenemos muy masticada ya, lo único nuevo y “rompedor” es el elemento Amy Schumer y lamentándolo bastante tengo que deciros que este personaje no le hace justicia. Amy es mucho más, tiene un don para el humor que tan sólo con verle la cara ya se percibe, pero la vida es así o, mejor dicho el cine es así.
Pero lo que hace que el personaje de Renne nos haga reír es el punto de exageración, la forma que tiene de dirigirse a sí misma tras sufrir el golpe en la cabeza y creer que se ha transformado en otra mujer. Ya que ella sigue siendo la misma chica, sólo que ha ganado muchísimo en seguridad y se quiere, por eso cuando habla del antes y el después parece que se le ha ido la cabeza pero… digamos que al final el resto de los personajes de la película lo que perciben de Reene es el antes de cuando ella no se quería y el después de así soy y soy perfecta. Porque aquí no vamos a afirmar que por tener un físico de tal u otra forma eres más o menos guapa, guapo, etc. No, cada uno debe aceptarse como es y amar todas y cada una de sus perfecciones e imperfecciones.
Eso sí, si la película tiene un momento álgido de mayor humor es en el concurso de bikinis, ahí es cuando realmente vemos en acción a la auténtica Amy Schumer. Y os advierto que será una escena que tardaréis en olvidar.
¡Que guapa soy! Un cuento con moraleja
Como ya he dicho antes, en líneas generales ¡Que guapa soy! no viene a contarnos nada nuevo o que no nos hayan dicho ya: la belleza es efímera, una persona tiene que ser hermosa por dentro o que la seguridad en uno mismo es lo que nos llevará lejos. Además del mensaje añadido de “ten cuidado con lo que deseas” ya que luego puede volverse en tu contra ¿Cuántas veces no os habría gustado ser otra persona? ¿Tener la voz de Adele o el cuerpo de un deportista de élite? Y muchas veces no nos damos cuenta de que esas personas tienen otros problemas que nosotros damos gracias a Dios de no tener.
En el caso de nuestra protagonista – VIENE SPOILER – al creerse otra persona y comenzar a triunfar a nivel personal, cambia su esencia, aquella por la que sus amigas y allegados la querían. Por lo que en el momento en el que Renee vuelve a ser ella misma, sus mejores amigas le dan la espalda porque su personalidad anterior les ha hecho daño. – FIN SPOILER – Aunque si hay un mensaje claro que manda esta película es que hay que quererse a uno mismo y entonces no tendremos límites, lo dice muy clarito.
Con más puntos en contra que a favor
Todo lo que os he comentado sobre cómo he percibido yo la película, se resume a que ¡Que guapa soy! es para pasar el rato entretenido las noches de los sábados en Divinity o Cosmopolitan. No considero que sea para pagar por verla, ya que los dos únicos puntos a favor que tiene son Amy Schumer – a la que le voy a borrar el nombre de tanto mencionarla – y la escena del concurso de bikinis, y la verdad que eso no sale rentable. Es un film para no pensar, desconectar un poco de la rutina y, si toca, echar una que otra risa. Por lo que si su función es esa, a la par que mandar un par de mensajitos de ánimo y amor propio a las mujeres, cumple sus objetivos.
Y no podía terminar la crítica sin decir que me ha dejado muy muy muy descontenta el personaje de Michelle Williams, la que por cierto parece la gemela perdida de Sienna Miller en esta película. Todavía no me he repuesto de lo que he visto, porque la recuerdo en El Gran Showman o en Shutter Island y se me cae un “mito”, aunque la verdad creo que todo apunta a que con este personaje Michelle se lo ha pasado bastante bien.