Cuesta un poco recuperar la esencia original de Expediente Warren: the Conjuring cuando ya la has visto en más de una ocasión, sobre todo si la crítica se hace a estas alturas de la vida, pero vamos que esto pasa con todas las películas. Aunque valorar la primera toma de contacto es complicado, lo bueno es que se pueden valorar y tener en cuenta detalles técnicos que en un principio pudieron pasar desapercibidos, especialmente si la trama te mantiene en tensión.
Y es que prácticamente desde el minuto uno Expediente Warren hace de la tensión en el espectador su propia religión: el tono, los colores sepia, el predominio de las sombras frente a la luz, por no hablar de la BSO que hace el 95% del trabajo. Además ya se sabe que un silencio sepulcral siempre viene seguido de un susto, esto es de manual.
Antes de ir al grano del asunto, la sinopsis y el análisis correspondiente, aunque ya lo sepáis sobradamente Expediente Warren se trata de la recopilación de los casos de actividad paranormal y demoníaca que investigaron el matrimonio de Ed y Lorraine Warren. Lo recalco porque siempre es un extra que la película se apellide “basada en hechos reales”. Pero sin duda lo mejor de todo esto es que nos traslada a la atmosfera de los años 70, y James Wan ha recuperado ese ambiente del antiguo cine de terror que tanto ha hecho temblar al espectador.
Sinopsis Expediente Warren: The Conjuring
Tras romper el hielo en una primera toma de contacto al exponer al espectador el caso de la muñeca Annabelle, la trama se centra en la familia Perron, la cual acaba de mudarse a una nueva propiedad con muchos años de historia. Al principio sucede algún hecho extraño pero de forma aislada, hasta que de repente se produce una gran actividad paranormal que lleva a la señora Perron a pedir ayuda al matrimonio Warren.
Lorraine no duda en acudir en ayuda de los Perron, pero una vez llegan a la casa, descubren que son varios los espíritus que allí habitan con ellos y que concretamente uno, el más poderoso, es el que no los dejará vivir en paz.
Las 3 fases de la actividad demoníaca
Y poco a poco, de una forma progresiva, la historia va de menos a más narrando los acontecimientos paranormales que suceden en casa de los Perron. En resumen: respeta los tiempos. En los últimos años si en algo pecaban las películas de terror era de concentrar todo el material bueno en un núcleo que normalmente duraba cinco minutos, y a partir de ese plot (punto de tensión) la trama comenzaba a caer. Y nos podíamos encontrar esto a los 20 minutos de metraje como a la media hora y después poca cosa más.
Sin embargo en Expediente Warren ya cambia la cosa, incluso al hablar de cómo respeta el planteamiento, nudo y desenlace (aunque la estructura es propia de una montaña rusa) esta se asemeja a la explicación que da Ed Warren de cómo se producen las fases de la actividad demoniaca:
- Primero tiene lugar la Infestación: son los susurros, los pasos, la sensación de que hay otra presencia…
- Después llega la Opresión, en esta segunda fase la víctima (que por lo general es la persona más vulnerable a nivel psicológico) se convierte en el blanco de una fuerza externa, que trata de llevarla hasta el extremo de su debilidad.
- Finalmente tiene lugar la tercera y última fase de todas: la Posesión.
Pensaréis que esto lo he colado así porque sí y me ha quedado hasta bien, pero si ahora os paráis a analizar la estructura de todas las películas de la saga, prácticamente todas se rigen por estas tres fases. Sólo que la primera tiene lugar a los 30 minutos de empezar la cinta, la segunda en el momento del nudo que puede ser a la siguiente media hora o a los 40 min de metraje y, finalmente, la posesión llega de cara al desenlace.
El Manual de sustos de James Wan
Sí ahora echamos un vistazo atrás, concretamente a las dos primeras entregas de Insidious, ya no es que Patrick Wilson repita experiencia, sino que tanto el ambiente como los sustos llevan indiscutiblemente el sello de James Wan. Además curiosamente cuenta mucho con el factor niños, y es en este “elemento” dónde más se repite el esquema de terror de Wan. No obstante también cuenta con un par de notas de humor para descargar la tensión, que funcionan bastante bien.
Otro punto fuerte es que tratan la actividad paranormal de forma “profesional”, es decir, que introducen en escena aparatos diseñados exclusivamente para medir la radiación, calor o cualquier cosa fuera de lo común. Esto es de agradecer, porque no todo se soluciona buscando la información por Internet, ya partiendo de que la historia está ambientada en los 70 pues… está claro que a Internet no van a recurrir.
Sin duda esta película es una de las que ha revolucionado el terror, nos ha hecho volver a recuperar la confianza en el género, aunque algunas veces peque de ser previsible y se deje algún que otro asunto en el aire para cuya resolución hay que esperar a la secuela.