Llegó el momento que los fans de Cómo entrenar a tu dragón esperábamos que no llegase nunca, el final de una de las mejores trilogías creada de la mano de Dreamworks. Pese a que la trama ha ido evolucionando de menos a más, si es que alguna vez hubo un menos, esta última y tercera entrega ha caído en favor de darle al espectador un final sentimental y con una alta dosis de madurez que vemos reflejada en las decisiones que toman los protagonistas.
Cinco años tras la muerte de Estoico, el reencuentro de Hipo con su madre Valka y su nombramiento como jefe de la aldea, volvemos a Isla Mema. Después de que el pequeño Hipo consiguiese hacer ver a los demás que los dragones son amigos y no enemigos, terminar con uno de los mayores cazadores de dragones y que Desdentado se convirtiese en el alfa ¿Qué más quedaba por contar? Porque las aventuras diarias ya las vimos en la serie, a lo que se debe añadir que alargar según que tramas a las veces es contraproducente.
Sinopsis Cómo entrenar a tu dragón 3
Ahora bien, durante este lustro Hipo y sus jinetes de dragón se han estado dedicando a liberar dragones de las manos de los tramperos, lo que ha dado como resultado su sobrepoblación en Isla Mema. Y la que parecía ser para ellos una vida plena relativamente tranquila, se ve amenazada por Grimmel, el cazador de Furias nocturnas. Ante el peligro mortal que corre Desdentao, así como el resto de los dragones, Hipo decide buscar de manera incansable un lugar al que todos puedan mudarse y vivir en paz, el Mundo Oculto.
Es durante este viaje en busca de la “tierra prometida” que Desdentao se encuentra con una Furia diurna, y como cabe esperar, esto dará un enorme giro al desarrollo de los acontecimientos. En los cuales Hipo y el resto de sus amigos y jinetes de dragones tendrán que tomar una dura aunque acertada decisión.
Una trama floja a favor del desenlace
Sí comparamos la fuerza tramática de la historia con las dos películas anteriores, la de esta tercera entrega pierde fuerza. Es comprensible, teniendo en cuenta que para la secuela echaron toda la carne en el asador, superar el reencuentro de Hipo con su madre, la pérdida de su padre y todo lo que nos ofrecieron, era realmente complicado.
Pese a que trata de comenzar sembrando en el espectador altas expectativas, con un inicio bastante potente, con forme se sigue desarrollando la historia va perdiendo intensidad. Porque parece que todo lo que podían enseñarnos u ofrecernos ya lo han hecho anteriormente, y probablemente apostar por la pequeña historia de amor entre los furias ha querido ser su mejor baza. La excusa perfecta para llevar al espectador hacia donde realmente querían: un final lleno de sentimentalismo.
Y desde luego que probablemente no podía haber un final mejor, por mucho que a los fans de esta trilogía nos duela que esta historia llegue a su fin ¿O no del todo? Ya que parece que han dejado un final abierto a la posibilidad de ser retomado en un tiempo futuro, cuando la gente esté preparada para convivir realmente con los dragones.
Lo mejor, las notas de humor
Para tener cierto punto de desahogo, como suele hacerse, se recurre al humor, concretamente a un par de fuentes: tenemos a Mocoso y su alter ego, a Patapez en su faceta paterna cuidando a un bebé dragón y, sin duda creo que los mejores, a los gemelos Brusca y Chusco. Se sabe de sobra que son idiotas, que no tienen abuela y que viven en una realidad paralela, pero aunque pienses que no pueden superarse, lo hacen. Pero tampoco se exceden en su función de hacernos reír, digamos que han sabido ser equitativos con la dosis de “estupidez” de cada personaje.
No obstante es una película que calará más en los adultos que en los niños, especialmente por el mensaje de dejar ir que envían a los padres. Ya que llegado el momento los hijos tienen que dejar el nido para vivir su vida, y en esa nueva aventura hay que dejarlos volar solos. Igualmente aunque la trama sea más floja que en las anteriores, merece la pena ser vista, sin duda.